En una decisión que ha generado debate y controversia, el gobierno argentino ha concretado la compra de 24 aviones de combate F-16 estadounidenses por un valor de US$650 millones. Esta adquisición, realizada durante la visita del ministro de Defensa, Luis Petri, a Dinamarca, marca un importante paso en la modernización y fortalecimiento de las capacidades militares del país.
La compra ha sido defendida por altos funcionarios, quienes destacan que estos aviones representan un salto tecnológico y un cambio generacional en comparación con el equipamiento anterior. El vicecomodoro de la Fuerza Aérea, Juan Manuel Sosa, subrayó que esta inversión es crucial para mejorar el control y la defensa aeroespacial de Argentina, lamentando el retraso tecnológico de décadas que enfrentaba el país en este ámbito.
El paquete de compra no se limita únicamente a los aviones, sino que también incluye un avión biplaza destinado a la formación y capacitación del personal, repuestos para los próximos cinco años, armamentos de entrenamiento y simuladores de alta tecnología. Según explicó el jefe del proyecto F-16, estos aviones no traen armamento real, sino materiales de entrenamiento que permitirán a las tripulaciones familiarizarse con las operaciones antes de utilizar armamento verdadero.
A pesar de las críticas sobre el costo de mantenimiento de los aviones, las autoridades aseguran que este aspecto está contemplado dentro del presupuesto de las Fuerzas Armadas y que se ha establecido un plan logístico que garantiza la disponibilidad operativa de las aeronaves durante los próximos 25 años. Además, se destaca que la propuesta de compra se realizó a través de un plan de pagos sin intereses, lo que redujo significativamente el costo final.
Los aviones F-16 serán desplegados en la sexta Brigada Aérea de Tandil a medida que vayan llegando en tandas de seis unidades durante los próximos cuatro años. Aunque no son aviones nuevos, se enfatiza que su capacidad operativa se ha proyectado para las próximas décadas, lo que garantiza su utilidad en la defensa del territorio argentino.
Si bien la compra de estos aviones de combate representa un importante avance en las capacidades defensivas del país, también ha generado debate en torno a la asignación de recursos en un contexto de políticas de ajuste y reducción de gastos en el Estado. El impacto estratégico y económico a largo plazo de esta adquisición seguirá siendo tema de discusión en los ámbitos políticos y militares de Argentina.